“Los derechos de los habitantes del Estado son, la vida, la honra, la libertad, la igualdad, la propiedad, y la seguridad” (Estatuto provisional de 1815- Cap.1 De los derechos que competen a todos los habitantes del Estado)
El 31 de enero de 1813 la Asamblea inauguró sus sesiones, con el nombre de Asamblea General Constituyente. Era general porque estaban representadas todas las ciudades capitales del antiguo virreinato, excepto Paraguay; constituyente porque debía dictar una constitución y aunque no lo hizo, sus resoluciones equivales a ella; soberana, porque de acuerdo con su primer decreto, residía en ella “la representación y ejercicio de la soberanía de las Provincias Unidas del Río de la Plata”. Con esto se desconocía abiertamente la autoridad de Fernando VII.
En el seno de la Asamblea se destacaron dos tendencias definidas y opuestas: los alvearistas (fracción que predominó) respondía a las directivas de Alvear, que no deseaba aún la declaración de la independencia; en cambio el sector que respondía a San Martin bregaba por esta declaración como el requisito previo e ineludible para realizar las guerras de independencia continental. Esta característica del alvearismo influyó en el rechazo de los diputados orientales (aunque se dio como motivo que sus diplomas no estaban en regla) porque sus instrucciones eran totalmente contrarias, ya que pedían que se declarara la independencia, que la capital estuviera fuera de Buenos Aires, que se estableciera el sistema de confederación. El rechazo de los diputados debilitó sensiblemente las relaciones con Artigas, que poco después se retiró del sitio de Montevideo en enero de 1814.
En cuanto a la obra de la Asamblea podemos decir que fue un serio intento de poder legislativo como lo demuestra la labor que desarrolló. Durante el año 1813 realizó una serie de reformas y entró en receso.
Entre sus medidas que implican el concepto de soberanía podemos decir que ella misma se reconoció en estos términos; los diputados lo eran de la nación y no podían trabajar en comisión; aprobó el uso del escudo y del himno como símbolos patrios; estableció que en las monedas que se acuñaran, el antiguo sello, sería reemplazado por el escudo, rodeado de la inscripción “En Unión y Libertad, 1813” y en el reverso un sol y la inscripción “Provincias del Río de la Plata”.
En cuanto a las reformas sociales la Asamblea se ocupó de la situación de indios, negros y blancos; declaró a los primeros libre e iguales; con respecto a los negros, se declaró la libertad de vientres al declarar libres a los hijos de los esclavos nacidos después del 31 de enero de 1813 y a los esclavos que pisasen nuestro territorio.
En cuanto a los blancos, dispuso abolir los títulos de nobleza, los escudos heráldicos y el derecho de mayorazgo.
Como garantía de que sería respetada la seguridad individual establecida por el Primer Triunvirato, mandó quemar los instrumentos de tortura.
La Revolución se consideró heredera del derecho de patronato, que poseían los reyes de España, y declaró que “el Estado de las Provincias Unidas del Río de la Plata es independiente de toda autoridad eclesiástica que existía fuera de su territorio”. Desde entonces se interrumpieron las relaciones con la Santa Sede, reanudadas durante el primer gobierno de Rosas.
En cuanto a la cuestión de fondo que era el dictado de una Constitución se trataron cuatro proyectos, de los cuales dos fueron los más importantes: el redactado por la Comisión Oficial y el presentado por la Sociedad Patriótica. En ambos se establecía que la religión oficial sería la católica, pero daba libertad de cultos; las autoridades serían elegidas por la voluntad popular y la soberanía residía en el pueblo. La capital se establecería fuera de Buenos Aires.
Si se tiene en cuenta la política dominante en la Asamblea de no declarar aún nuestra independencia ,propiciada por la facción alvearista, se puede comprender fácilmente que estos proyectos no prosperasen. Se dictó entonces el Estatuto Provisorio de febrero de 1813, destinado a establecer las atribuciones de los poderes existentes.
La Asamblea suprimió el tribunal de la Inquisición.
Como continuaba en vigencia la división territorial establecida en la época hispánica por la Real Ordenanza de Intendentes, se realizaron durante este período reformas territoriales que completaban las modificaciones iniciadas en 1810.
En 1811 ya se había separado la Intendencia del Paraguay; en 1812 el Primer Triunvirato había establecido en Buenos Aires un gobierno local, el gobernador intendente de Buenos Aires; en 1814 se crearon las intendencias de Cuyo y Tucumán; en ese mismo año para disminuir la autoridad de Artigas, después del Segundo Sitio de Montevideo, se creó el gobierno militar de Montevideo, y se nombraron gobernadores, tanto en Corrientes (Misiones estaría bajo su dependencia) como en Entre Ríos.
Al iniciarse el año 1814 como la situación era extremadamente comprometida resultaba necesario unificar el poder para tomar resoluciones rápidas.
En el norte, se acababan de producir las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma, que dejaba el Alto Perú en manos de los realistas.
En Chile los patriotas estaban a las puertas de la derrota en Rancagua.
En el Paraguay a fines de 1813 se había reunido un congreso que declaró independiente el territorio, lo que significaba un gran peligro porque Paraguay podía unirse con Artigas y con los portugueses.
En la Banda Oriental continuaba el Segundo Sitio de Montevideo.
En Brasil el representante inglés Lord Strangford, se mantenía al margende toda intervención; todo este panorama se agravaba con la restauración de Fernando VII.
Coincidía esto con el viaje de San Martín al Norte para hacerse cargo del ejército, con lo que Alvear quedaba libre de toda oposición para realizar sus proyectos centralizadores. Por medio de la Logia propuso la concentración del gobierno en una sola mano, siendo convocada la Asamblea con la excusa de tratar las reclamaciones del Brasil por la ley de libertad de vientres.
Cuando la Asamblea se reunió, el Segundo Triunvirato envió el pedido de que se concentrara el poder, medida aprobada casi por unanimidad. Fue elegido como Director José Gervacio de Posadas, porque Alvear no deseaba ocupar ese cargo, pues sus ambiciones se orientaban hacia la Banda Oriental y el Norte, donde esperaba obtener triunfos militares.
El Directorio, que fue nuestro primer poder ejecutivo unipersonal, duró desde 1814 hasta 1820.
Desde su instalación hasta la desaparición de la Asamblea en 1815, gobernaron Posadas y Alvear con funciones ejecutivas.
Posadas enfrentó la lucha contra Montevideo, durante el Segundo Sitio y empozó a extender su influencia sobre el litoral.
Para contar con las fuerzas necesarias procuró mejorar las finanzas ayudado por su ministro Larrea, y creó la escuadra que puso al mando de Brown.
Cuando Montevideo capituló y Alvear regresó, Posadas lo designó para reemplazar a Rondeau como jefe del ejército del Norte, que ante esta noticia se sublevó impidiéndole tomar posesión del cargo. Ante esa desobediencia Posadas renunció y la Asamblea designó a Alvear.
El nuevo gobernante fue apoyado solamente por la Logia, los conflictos con Artigas se profundizaron y la situación externa se agravó ante la restitución de la monarquía y la posibilidad de la llegada de una fuerte expedición al mando de Morillo para recuperar el Río de la Plata, esto derivó en la sublevación de Fontezuelas llevada a cabo por Ignacio Alvarez Thomas que exigió la renuncia de Alvear.
La Asamblea nombró un Tercer Triunvirato el 14 de abril, formado por Nicolás Rodríguez Peña, José de San Martín y Matías Irigoyen, pero al conocer esta resolución, la multitud enardecida pidió al Cabildo que Alvear cesara en el mando militar y que este cuerpo reasumiera el mando, disolviéndose la Asamblea y anulándose el triunvirato nombrado por ella.
Alvear trató por todos los medios de conservar el mando, pero finalmente debió renunciar el 17 de abril de 1815, dirigiéndose al Brasil.
Terminaba así la Asamblea del Año XIII que por su política centralizadora provocó la oposición de las provincias iniciada por Artigas.
Las disposiciones adoptadas por este cuerpo dejaron abierto el camino a la declaración de la independencia, que por influencia de la política europea sólo pudo concretarse en 1816.