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Ya no llueve en Inglaterra, que sufre la primavera más seca en un siglo: “El clima es mucho más caótico”

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Más del 65% de la población vive en regiones del país donde se considera que el suministro de agua está en peligro, por lo que el Gobierno de Keir Starmer declaró la sequía en varios puntos y anunció la construcción de embalses por primera vez en más de 30 años.
El pasto amarillea, el lago natural de la gran pradera de la ciudad hace semanas que está seco y los agricultores empezaron a regar antes de tiempo cosechas que se están estropeando. Esto sucede en Oxford, en el sudeste de Inglaterra, pero la situación es más alarmante en el noroeste, que acaba de declarar oficialmente la sequía en lo que hasta ahora es la primavera más seca para el país en más de un siglo.

El Gobierno laborista de Keir Starmer anunció el jueves pasado que impulsará la construcción de una decena de nuevos embalses, algo que no había sucedido en más de 30 años. Pero la mayoría llegarán dentro de un par de décadas, y la emergencia ahora se paliará con restricciones al consumo de agua. Las primeras medidas son domésticas, como la obligación de regar el jardín con regadera y no manguera o la prohibición de lavar el coche.

La primavera de 2025 es ya la más soleada y más cálida registrada en todo el Reino Unido desde que empezó la serie de datos comparable, en 1884, según la agencia meteorológica nacional. Además, se trata de la estación más seca para Inglaterra en más de 100 años.

Después de dos años especialmente lluviosos en el país, a menudo con lluvias torrenciales que causaron inundaciones, el panorama se vuelve a parecer al de 2021 y 2022, cuando el Reino Unido superó los 40 grados de temperatura –una marca inédita hasta entonces–, se repitieron las declaraciones de sequía por todo el país y los hogares se enfrentaron a emergencias desconocidas para la población, como los incendios en zonas boscosas y la destrucción de viviendas por el fuego.

Más del 65% de la población de Inglaterra vive en regiones donde se considera que el suministro de agua está en peligro

El clima es mucho más caótico”, explica a elDiario.es Jess Neumann, profesora de Hidrología de la Universidad de Reading y que trabaja en varios proyectos locales para la gestión de inundaciones. “Ya no es tan inusual tener formas meteorológicas extremas. La mayoría de los años tendremos unos días en que llegaremos a treinta y tantos grados. Vamos a tener más episodios de lluvia torrencial, más tormentas de verano, sistemas de tormentas convectivas que crean inundaciones repentinas. Semanas y semanas de tiempo seco, seguidas por grandes tormentas que causan inundaciones porque el terreno está muy seco”.

Neumann cree que la diferencia de lo que está pasando en la última década está calando en la población. “La idea de que siempre llueve en Inglaterra y tenemos un suministro de agua copioso e infinito está cambiando porque estamos ante la escasez de agua en algunas zonas del país”, explica. “El público está empezando a ver los efectos del cambio climático ahora. No se trata de escuchar que el mundo se está calentando o que la flora y la fauna están sufriendo. Estamos teniendo problemas con el agua. Estamos viendo condiciones meteorológicas que no solíamos ver”.

 

Parte de la solución es la construcción de más embalses, que estuvo paralizada durante años por la falta de inversión pública general, la resistencia de las comunidades locales a cualquier alteración del paisaje y las complicaciones burocráticas y falta de trabajadores para las obras de cualquier tipo en el país.

Los embalses

Dos de los proyectos que señaló ahora el Gobierno como de interés nacional ya existían, en dos zonas de Inglaterra especialmente secas, pero eran planes preliminares y en manos de las autoridades locales, que apenas tienen poderes o dinero para invertir. “Ahora va a producirse un empujón de inversión en infraestructuras, porque podemos sufrir de verdad. Unos pocos años más como este y no vamos a poder suministrar el agua que necesitamos”, explica Neumann.

Según el anuncio del Gobierno, un embalse está planeado para 2036, en East Anglia, en el este de Inglaterra, y otro para 2040, en el condado de Lincolnshire, en el centro de la región. Otros nueve proyectos, que incluyen también Londres y otras partes del sur de Inglaterra, tienen un compromiso genérico de estar terminados a finales de la década siguiente.

El rápido crecimiento de la población, infraestructura decrépita y abandonada, y un clima más cálido suponen que el Reino Unido se puede quedar sin agua potable limpia para mediados de la próxima década

Comunicado del Gobierno británico

Ahora mismo, más del 65% de la población de Inglaterra vive en regiones donde se considera que el suministro de agua está en peligro. El embalse planeado para Fens, en East Anglia, estará en la zona considerada la más seca del Reino Unido, la más alejada del Atlántico. Además, se trata de una de las zonas donde el Gobierno prometió impulsar la construcción de viviendas y desarrollar nuevos centros urbanos. Uno de los obstáculos hasta ahora para la expansión urbana es justamente la escasez de agua.

El rápido crecimiento de la población, infraestructura decrépita y abandonada, y un clima más cálido suponen que el Reino Unido se puede quedar sin agua potable limpia para mediados de la próxima década si no hay una gran renovación de la infraestructura”, dice el Gobierno de Starmer en el anuncio de la construcción de embalses.

Agua privatizada

Pero más allá de los embalses y más allá de Inglaterra, todo el país tiene un problema de seguridad en el suministro y desperdicio constante en la gestión del agua, que a diferencia de la mayoría de países de Europa está completamente en manos de empresas privadas en todo el proceso y en condición de monopolio. Su modelo de liberalización total –casi inédito en el mundo, obra de Margaret Thatcher en los 80– llevó a una falta de inversión recurrente por parte de empresas propiedad de fondos de inversión, a menudo de China, Canadá, Abu Dhabi y otros países alejados de los intereses de la comunidad local.

Hay una gran indignación de la opinión pública que se pregunta por qué estas grandes compañías están llenando los bolsillos de sus accionistas… y ahora tenemos que gastar miles de millones en inversión en embalses por su mala gestión del agua durante décadas

Jess Neumann — profesora de Hidrología de la Universidad de Reading

“La forma de privatización aquí es muy diferente a la de otros países”, explicaba en 2023 a elDiario.es Kate Bayliss, académica del Departamento de Economía de SOAS de la Universidad de Londres y experta en la propiedad de las empresas de agua. “En países como España la privatización toma la forma de una concesión. Todo es propiedad del municipio, pero las empresas tienen un contrato a largo plazo con el sector privado. Nuestra privatización es mucho más profunda que en otros países. Solo Chile hizo algo similar y fue antes que nosotros… Así que nadie copió nuestro modelo.”

Otra diferencia sustancial del modelo británico respecto al de otros países es que no se trata de compañías municipales, sino de empresas que son monopolio en cada cuenca fluvial y tienen el control absoluto de lo que sucede en una amplia región, desde la extracción del agua hasta el tratamiento y la distribución a los hogares, y luego la eliminación y gestión de las aguas residuales.

 

En esta posición de fuerza y con incentivos centrados en los beneficios, las compañías de agua dejaron de invertir suficiente en lo básico y en proyectos a largo plazo.

Así las tuberías que gotean, el agua de lluvia que no se recoge de manera sistemática, la cantidad de litros de agua de uso doméstico que no se recicla de ninguna manera y la contaminación de los ríos con residuos fecales y vertidos industriales son la norma.

La cantidad de agua dulce que estamos perdiendo es atroz”, explica la profesora Neumann, de la Universidad de Reading. “Hay una gran indignación de la opinión pública que se pregunta por qué estas grandes compañías están llenando los bolsillos de sus accionistas… y ahora tenemos que gastar miles de millones en inversión en embalses por su mala gestión del agua durante las últimas décadas”.

El organismo regulador del agua impone multas de manera recurrente a las empresas privadas por los vertidos domésticos e industriales en los ríos, y el Gobierno afronta ahora la posibilidad de que tenga que encargarse de la gestión de alguna de ellas, al borde de la quiebra, por ejemplo, Thames Water, la empresa que gestiona el suministro y los residuos en la cuenca del Támesis.

La compañía acaba de recibir una multa de más de 122 millones de libras (145 millones de euros) por los vertidos y el pago de dividendos mientras no invierte en lo básico y tiene una deuda de unos 19.000 millones de libras (22.000 millones de euros). Es propiedad de cuatro fondos de pensiones internacionales, con inversores de Canadá, Abu Dhabi, Australia y China.

El sistema necesita una inversión rápida y masiva para arreglar los trocitos físicos que se pueden arreglar”, explica Neumann. “Pero no sé si eso va a pasar con compañías de agua a punto de derrumbarse”.

 

María Ramírez

Oxford (Reino Unido) —

 

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