Santiago analiza la relación entre autoestima social, identidad nacional y proyecto nacional, y cómo la destrucción de la autoestima puede llevar a la derrota y la desintegración social.
«Hay una conexión entre autoestima, identidad y proyecto nacional. Esos tres dialogan entre sí y hay un círculo vicioso cuando uno de los tres falla. Hay que explicar esa relación. Con autoestima no nos referimos a la valoración de cada persona con respecto a sí mismo, sino la autoestima social, es decir, como una comunidad percibe su propio valor frente al mundo. Una sociedad con baja autoestima es aquella que acepta su dependencia a la subordinación» define – por la negativa- Santiago el primer concepto de esta tríada relacional para desarrollar el tópico de la columna ‘Autoestima e identidad nacional’. «Es el principio del fin, si logran destruir tu autoestima, estas derrotado de antemano» comenta.
«La identidad son ese conjunto de valores, tradiciones, símbolos, narrativas que permiten que un pueblo se reconozca a sí mismo. Una identidad sólida es aquella que brinda un sentido de pertenencia. Cuando se deteriora, se rompe la cohesión social. Una identidad débil me somete más fácil a la colonización cultural, económica y todo lo que sigue de ahí» explica el segundo elemento.
«El tercer elemento es el Proyecto Nacional, que lo podemos definir como una visión de país que resume distintas metas de largo plazo en distintos planos. ¿Cómo interactúan estas tres cosas? un proyecto nacional es viable cuando esa sociedad tenga un reconocimiento de sí y vaya acompañado de esta creencia de que es capaz de llegar a estas metas» explica Santiago la relación entre los tres elementos presentados. «Es una especie de triángulo, que se articula y nos da la fuerza para caminar» comenta.
Santiago explica que para fortalecer el autoestima y la identidad nacional requiere de transformaciones materiales y acciones simbólicas. «Si no hay avance concreto en lo material, las acciones simbólicas tienen pie de barro. Y sólo lo material sin esa ideología que me da la doctrina de un trabajo, también tiene pies de barro. Hay que pensar en integrar estas 2 dimensiones» explica Liaudat. Agrega que las transformaciones materiales y las acciones simbólicas deberían trabajarse en el plano educativo, cultural, el plano de los logros concretos, la comunicación y los medios, la participación y protagonismo social y, por último, la soberanía y la autonomía.