Este miércoles vence el plazo para presentar los frentes electorales en Buenos Aires. El PJ logró una costosa unidad y ahora Kicillof y Máximo Kirchner discuten los términos y condiciones. La Libertad Avanza absorberá al PRO salvo una rebelión de intendentes amarillos.

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Las elecciones bonaerenses del 7 de septiembre llegan a un momento de definición. Este miércoles 9 de julio se inscriben los frentes electorales y la atención política está puesta en cómo quedará sellada la interna en el panperonismo y de qué manera se dará la alianza entre La Libertad Avanza y el PRO. Son horas frenéticas en cada bando porque el deadline implica presentar el nombre formal que aparecerá en la boleta de papel, el color predominante para ser identificado por los votantes y –un dato subterráneo, pero clave– quiénes son los apoderados. Esto último quiere decir quiénes son los custodios de las firmas para inscribir los candidatos el 19 de julio próximo, momento en que se juega realmente la confianza y la traición entre los socios.
¿Un frente peronista?
El PJ bonaerense se reunió el sábado en Merlo y logró acordar una lista de unidad tras una semana de duros cruces y la amenaza de que cada tribu interna presente su propio sello electoral. “Se acordó consolidar un gran frente que, en las próximas elecciones legislativas, funcione como escudo y ponga un freno a la motosierra que hoy arrasa derechos y sueños en nuestra provincia y en toda la Argentina”, promocionó Axel Kicillof en redes sociales.
Las tensiones entre el gobernador y Máximo Kirchner se mantienen, pero se apostó por la unidad ahora que Cristina Kirchner quedó fuera de juego. El PJ facultó a una “mesa chica” para que discuta los términos y condiciones del acuerdo. “Todos querían todo, todos cedieron un poco, todos ganaron”, apuntó una fuente sobre los términos en los que se dio la unidad.
Ahora se sentarán lapicera en mano el hijo de la expresidenta, Gabriel Katopodis (ministro de Kicillof y armador entre los intendentes), Mariel Fernández (intendenta de Moreno, referente del Movimiento Evita y lugarteniente de Cristina), Federico Otermín (jefe comunal de Lomas de Zamora, alfil a Martín Insaurralde) y Verónica Magario (vicegobernadora y pareja del mandamás de La Matanza, Fernando Espinoza).
Fueron los facultados para conformar un “Frente Peronista”, primer potencial nombre que trascendió de la posible oferta electoral del oficialismo en PBA. El color será el tradicional azul, así como la utilización de la Lista 2 y el escudo partidario: las manos estrechadas con la pica con el gorro frigio y, detrás, la bandera celeste y blanca.
Tras el miércoles, le quedará al peronismo comenzar a discutir quién será el cabeza de lista y cómo se repartirán los “ravioles” para cada sección electoral bonaerense que va a las urnas, así como los cargos municipales en juego. De alguna manera son ocho elecciones simultáneas porque en cada región se votan cargos distintos. Así, por ejemplo, en la Tercera –que corresponden al sur del conurbano– se vota para diputados provinciales, pero en la Primera –el norte del conurbano– se eligen senadores.
El PJ tiene que definir qué participación tendrá en cada lista el axelismo, el kirchnerismo y el massismo, además de los intendentes, los movimientos sociales y los gremios. La intención es que el acuerdo bonaerense sirva para ordenar la posterior lista de toda la PBA de cara a las elecciones nacionales. “Hay reuniones en todo momento”, anticipó esta mañana un operador del conurbano profundo, marcando la pauta del frenesí de las negociaciones.
Una protesta qué está en el aire es una repartija de tres tercios para cada tribu principal, pero se está analizando los pesos relativos de cada espacio en cada distrito. No es lo mismo que La Cámpora ocupe más lugares en Quilmes, donde gobierna Mayra Mendoza, que en San Martín, donde está Fernando Moreira, aliado de Katopodis. “Esta es una elección de desmotivación, la gente no quiere ir a votar. Entonces tenes que mover el aparato y eso depende que estén todos arriba del colectivo”, concluyó un peronista.
Los amarillos, ahora de violeta
“Violeta. La Libertad Avanza”, concluyó un operador libertario ante la consulta de cómo se cerrará la alianza entre el Gobierno y el PRO este miércoles, y no dejó lugar a dudas: le dedicó un insulto irreproducible a Mauricio Macri.

El partido amarillo aceptó el viernes ir a un frente con el oficialismo nacional y en las próximas horas quedará confirmado que la batuta la llevará Karina Milei. La oposición al peronismo será una boleta violeta y con el nombre del partido libertario.
A cambio de esa concesión, en la mesa de definición de las listas estará Cristian Ritondo con un apoderado propio para custodiar el pacto. Ritondo está haciendo esfuerzos para que no naufrague el acuerdo en aquellos distritos donde el PRO tiene intendentes.
Es que los jefes comunales –por ejemplo Soledad Martínez, de Vicente López, de la Primera Sección– no quieren militar una boleta full violeta porque abajo del tramo para la Legislatura bonaerense van los candidatos para los concejos deliberantes de cada municipio, así como los consejeros escolares locales. “Donde hay intendentes PRO, en la lista tendrán más lugares disponibles entre concejales entrables”, explicó la voz libertaria consultada. Traducción: si hay posibilidad de meter seis ediles, cuatro lugares serán nominados por los amarillos.
La discusión se vuelve compleja cuando se sale del conurbano, porque los amarillos Pablo Petrecca (intendente de Junín), Javier Martínez (Pergamino) o Diego Reyes (Puan) no quieren ceder tanto la lapicera a la Casa Rosada. “En el interior es más complicado porque la negociación no está contemplando gobernabilidad sino sólo posibilidad de ganar. Meter un troyano dentro de las lista no nos interesa”, apuntó una fuente del macrismo.
Se esperaban por estas horas nuevas reuniones entre Ritondo y Sebastián Pareja, titular de LLA en PBA, así como Zoom con los intendentes. También puede pasar que como las secciones electorales definen cargos distintos, las condiciones acordadas entre LLA y el PRO en el conurbano –lugar clave para enfrentar al peronismo– no se repliquen en las regiones del interior. Eso significaría que los intendentes macristas podrían no aceptar las condiciones y romper el acuerdo en sus pagos chicos: “Existe es posibilidad”, admitió un amarillo. Lo completó un libertario: “Si alguno de ellos no quiere, que se vaya. No hay lugar a debate ni discusión”.
MC