¿Cuántas veces la idea de ir a la playa termina en el caos de sombrillas pegadas unas a otras? Miramar ofrece algo diferente: kilómetros de costa donde aún se puede caminar sin esquivar a la gente, bosques que ofrecen sombra natural y ese ambiente tranquilo que la mayoría de los balnearios perdieron hace décadas. Sin la fama de sus vecinos más conocidos, esta ciudad de la provincia de Buenos Aires mantiene el perfil bajo que buscan quienes prefieren el descanso real en lugar de la vida nocturna.
Playas que invitan a quedarse todo el día.
Los más de 12 kilómetros de costa están formados por arena fina y zonas de dunas naturales. A diferencia de muchos otros tramos del Atlántico, las playas siguen siendo amplias incluso durante los meses de mayor afluencia, enero y febrero. Las familias acampan con sillas de playa y sombrillas sin esa sensación de invasión territorial característica de los centros turísticos más concurridos.
Desde 1937, el Vivero de Dunas Florentino Ameghino protege más de 500 hectáreas de dunas y vegetación costera. Recorrer sus senderos permite ver cómo era la costa atlántica antes de que el concreto gane terreno. Para los visitantes de otras provincias, los micros a Miramar llegan a la terminal del centro de la ciudad, esto facilita el acceso sin conexiones complicadas.
Bosques que caracterizan el paisaje
Esa combinación de playa y bosque es precisamente lo que distingue a Miramar de la mayoría de los demás destinos costeros. El Bosque del Vivero se une a los espacios verdes de toda la ciudad para crear la sensación de estar en una ciudad boscosa que, casualmente, tiene mar. En las tardes más calurosas del verano, estos árboles dan refugio a quienes prefieren la tierra y sus actividades a la arena y el sol.
Otro punto de interés es la laguna La Ballenera. Este lago de agua dulce, situado en el extremo sur, atrae a aves migratorias que los observadores locales registran concienzudamente. Dependiendo de la temporada, hacen su aparición cisnes de cuello negro y garzas, creando así un lugar muy apreciado por quienes llevan binoculares y cámaras.
Historia natural que pocos conocen
El Museo Municipal de Ciencias Naturales Punta Hermengo conserva fósiles encontrados en la zona, que datan de hace millones de años. Una de las peculiaridades de Miramar es que su costa, bordeada de acantilados, revela capas geológicas con restos de megafauna extinta. Mucho antes de la llegada del ser humano, estas tierras eran el hábitat de gliptodontes, tigres dientes de sable y perezosos gigantes.
El paleontólogo argentino más reconocido a nivel internacional es Florentino Ameghino, quien junto a su hermano Carlos, realizaron y supervisaron importantes excavaciones en Miramar a finales del siglo XIX. Sus hallazgos contribuyeron al conocimiento sobre la evolución de las especies sudamericanas. El museo exhibe réplicas y originales, que los visitantes pueden ver para darse cuenta del tamaño que alcanzaban estos animales prehistóricos.
Actividades sin prisas
Hay muchas opciones para aquellos que no soportan quedarse quietos bajo una sombrilla en la playa. Paseos en bicicleta por el paseo marítimo, largas caminatas hasta el faro o recorridos por circuitos históricos que muestran la arquitectura histórica de Miramar.
La pesca en la costa se sigue practicando a la antigua usanza. Los pescadores más veteranos y experimentados comienzan al amanecer, para pescar corvinas o merluzas, y transmiten sus conocimientos a los jóvenes novatos que se inician en la pesca.































































