Desde que Javier Milei decidió incursionar en política, lo hizo insultando y descalificando a todo el mundo. En su campaña, dio muestras de su violencia, que no era solo discursiva, sino que revelaba una personalidad similar. Cuando llegó a la presidencia, se ensañó, fiel a su estilo, con aquellos que en su paso por la administración pública lo habían hecho honestamente, metiendo en la misma bolsa a honestos y corruptos.
Sus acciones y verborragia fueron parte de su lógica binaria: «o estás conmigo o perteneces a la casta, eres zurdos, kukas, comunista o todo junto». Esto significó aumentar la brecha amigo-enemigo, manteniendo su coherencia antidemocrática, descalificatoria y autoritaria, con claras manifestaciones fascistas.
Cosecha entonces, algún grupo de fanáticos, incursionando en el campo juvenil a través de las redes y de toda la tecnología posible, casi siempre rentada, jugando con la inmediatez de las respuestas con estilos futboleros. Esta supuesta «nueva forma de hacer política» o «política del nuevo tiempo» pretende avasallar las instituciones con la complicidad de los medios, casi todos venales, montando una brutal manipulación.
Un claro ejemplo es la afirmación de que las universidades «no quieren ser auditadas porque roban», cuando en realidad son auditadas por la AGN. Y contradictoriamente, se niega a ser investigado en la estafa con las criptomonedas.
Es necesario recordar que el populismo, que tuvo una amplia mayoría que lo respaldaba, fracasó rotundamente no solo en lo económico, sino también generó la polarización entre el hartazgo y la esperanza mentirosa, hábilmente aprovechada por los grupos de poder.
A todo esto hay que sumar la mala prensa de la política en general, asociada a la corrupción y la ineficiencia, la decadencia de los partidos políticos como fenómeno global que demuestran su incapacidad para dar respuestas a la crisis existente.
La etapa que se vive en el mundo, el brutal giro a la ultraderecha y el manejo de los multimillonarios en el poder, constituyen la readaptación a un capitalismo tecnológico que privilegia sus finanzas de acumulación, o como lo describió un economista griego, un «tecno feudalismo» cuyos manejos anticipan que quienes han tomado el control son capaces de cualquier cosa.
Un día puede apoyar fervientemente a Ucrania y al otro día abstenerse de condenar a Putin, acusar a toda la oposición de casta y al otro día decir que Scioli y Franco son la nueva política. Tema aparte es el de cientos de militantes de La Cámpora que son funcionarios de Milei, como Pilar Ramírez, presidenta del bloque de legisladores del Lla.
El gobierno actual no es algo nuevo e innovador, como algunos pensaban o piensan, sino la continuidad de lo peor de los gobiernos pasados, solo que para Milei la verdadera casta y la que tiene que pagar el ajuste es el pueblo argentino.»
FABIO ABRAHAM
Ex Secretario de gobierno
Concejal UCR (MC)
Lomas de Zamora
Convencional Nacional electo
fabioabraham@hotmail.com.ar
