A 51 años del paso a la inmortalidad del Gral. Juan D. Perón, su legado convoca a pensar la unidad nacional como proyecto transformador y no como consigna electoral.
Este 1º de julio recordamos con solemnidad y memoria viva el paso a la inmortalidad del Gral. Perón, figura fundacional del S.XX argentino. Su legado, lejos de quedar sepultado por el tiempo, sigue latiendo en el corazón del pueblo argentino, ora con claridad, ora en silencio profundo.
Más allá de sus discursos, sus leyes sociales, de la resistencia y la proscripción, hay un gesto que se elevó a símbolo de madurez política: el abrazo con Ricardo Balbín en Gaspar Campos, en noviembre de 1972. Dos referentes de proyectos opuestos que comprendieron que la Patria, cuando está en peligro, exige reconciliación adulta.
Ese abrazo no borraba diferencias. Tampoco implicaba renunciar a convicciones. Pero sí ponía en juego algo más profundo: la voluntad de construir una Argentina grande desde la coexistencia de miradas diversas, reconociendo que ningún espacio por sí solo puede refundar una Nación.
Esa actitud, generosa y estratégica, es hoy más urgente que nunca. Porque atravesamos una época de fragmentación política, desencuentros estériles y un sistema internacional que muta de forma acelerada. La revolución tecnológica, la reconfiguración geopolítica y el avance de modelos productivos extractivistas amenazan con dejar a las provincias, economías regionales y trabajadores en la exclusión del futuro.
Frente a ese escenario, ni el peronismo solo ni el radicalismo solo -ni ninguna fuerza aislada- podrá sostener la dignidad nacional. La unidad no se construye desde la conveniencia electoral, sino desde la profundidad de ideas compartidas. Se trata de articular un programa común: trabajo argentino, educación pública jerarquizada, Modelo Argentino actualizado, Comunidad Organizada con ética republicana y sentido federal.
Que el abrazo de Perón y Balbín sea faro, no recuerdo nostálgico.
Que la memoria del Gral. Perón convoque a la responsabilidad histórica de unir, organizar y dignificar a un pueblo que aún sueña con justicia y grandeza.
Luis Gotte
La trinchera bonaerense