El hallazgo se produjo en las fosas de las Kuriles–Kamchatka y las Aleutianas, donde se documentaron ecosistemas completos sostenidos por fuentes químicas del subsuelo.
Las zonas más profundas del océano concentran algunas de las condiciones más extremas del planeta. La oscuridad es total, la presión supera en más de mil veces la que se registra al nivel del mar y la temperatura apenas se mantiene por encima del punto de congelación. Estas regiones abisales, que comienzan a unos 6.000 metros de profundidad, no forman una única franja uniforme, sino que se reparten en fosas marinas y trincheras situadas en puntos muy concretos del mapa.
Aunque han sido exploradas en ocasiones puntuales mediante sumergibles o sondas, la mayoría de estos entornos sigue sin estudiarse de forma sistemática, lo que ha llevado a identificar cada nueva inmersión como una oportunidad real de encontrar algo nuevo. A pesar de que las dificultades técnicas limitan todavía muchas misiones, los últimos avances en ingeniería submarina han abierto la puerta a descubrimientos que hace apenas una década resultaban impensables.
Un equipo internacional localiza animales a casi 10.000 metros bajo el mar en el Pacífico norte
Uno de los más recientes se ha producido en el noroeste del océano Pacífico, donde un equipo internacional ha documentado una comunidad de animales a 9.533 metros de profundidad. La expedición, realizada a bordo del sumergible tripulado Fendouzhe, ha registrado organismos que viven en simbiosis con bacterias que obtienen su energía directamente de sustancias químicas del fondo marino.
Este proceso, conocido como quimiosíntesis, permite el desarrollo de vida sin la presencia de luz solar, algo que hasta ahora solo se había comprobado de forma aislada en puntos menos profundos.
La investigación, publicada en Nature y coordinada por el Instituto de Ciencia e Ingeniería de los Océanos Profundos de la Academia China de Ciencias, se centró en dos localizaciones clave: la fosa de las Kuriles–Kamchatka, situada en una región sísmicamente activa donde recientemente se produjo un terremoto de magnitud 8,8,y la fosa de las Aleutianas. En ambas se hallaron extensos ecosistemas formados principalmente por gusanos tubícolas y almejas de gran tamaño.

Estas especies viven gracias a la filtración natural de metano e hidrógeno sulfurado desde el subsuelo, lo que genera un entorno químicamente activo en medio de una región donde la vida suele asociarse a la caída de materia orgánica desde capas superiores.
El biólogo marino Xiaotong Peng, uno de los coautores del estudio, explicó en el artículo que las condiciones en esta zona del planeta combinan frío extremo, ausencia de luz y actividad tectónica elevada.
El hallazgo supera los límites conocidos de la vida basada en procesos químicos en el océano profundo
A diferencia de lo que se pensaba hasta hace poco, estas comunidades no aparecen como enclaves aislados, sino como estructuras organizadas con distribución amplia. Algunos ejemplares podrían incluso pertenecer a especies nuevas para la ciencia, aunque se requieren más análisis genéticos para confirmarlo.
Los gusanos, según detalla el informe, alcanzaban entre 20 y 30 centímetros, con colores que iban del blanco al rojo intenso. Las almejas, en cambio, eran completamente blancas y algunas superaban los 23 centímetros de longitud.
Mengran Du, investigador principal de la misión, resaltó la magnitud del hallazgo, al detallar en el estudio que este tipo de vida nunca se había observado a tal profundidad. En sus palabras, recogidas por Nature: “Lo que hace que nuestro descubrimiento sea revolucionario no es solo la mayor profundidad, sino la asombrosa abundancia y diversidad de vida quimiosintética que observamos”.
Además de los organismos que se nutren de fuentes químicas, también se identificaron otros animales que sobreviven gracias a la acumulación de restos orgánicos que descienden desde zonas más altas. Entre ellos se encontraban holoturias, anémonas y gusanos cuchara, todos ellos adaptados a un entorno extremo y con una fisiología que apenas se comprende.
Los descubrimientos en el Pacífico refuerzan la idea de que los fondos marinos aún guardan secretos biológicos
Este descubrimiento amplía de forma considerable el límite conocido hasta ahora para la vida basada en quimiosíntesis. Según apunta el equipo responsable en su análisis conjunto, el próximo objetivo será comprender mejor cómo estos organismos consiguen subsistir a presiones tan elevadas y cuáles son los mecanismos que les permiten procesar elementos químicos para generar energía de forma autónoma.
Aunque ya se conocían criaturas que habitan incluso a mayor profundidad en la fosa de las Marianas, como indican estudios previos realizados en el abismo Challenger, ninguna de ellas pertenece a este tipo de comunidades químicamente activas. La diferencia no está en la profundidad máxima, sino en el tipo de metabolismo que sustenta la vida en estos puntos del océano.
Este avance refuerza una idea cada vez más asentada en la comunidad científica: los grandes fondos marinos aún albergan formas de vida que no se parecen a nada conocido, y que podrían cambiar por completo lo que se entiende como habitabilidad en condiciones extremas. Incluso fuera del planeta.
Héctor Farrés – elDiarioAR