Desde la secretaria de derechos humanos del partido justicialista de Tornquist en consonancia con el partido justicialista de Buenos Aires deseamos expresar nuestro más enérgico rechazo y profundo pesar ante el otorgamiento de la prisión domiciliaria al genocida Miguel Etchecolatz, y ante el otorgamiento de goce de vacaciones en Mar de Ajó al secuestrador y apropiador de bebes Dr. Norberto Bianco.
Deseamos hacer llegar nuestro reclamo al poder judicial de nuestro país y al Tribunal Oral Federal (TOF) 6 para que en los actos que sean de su responsabilidad se tenga en cuenta la naturaleza de los hechos sobre los que se desea establecer justicia.
Para traer a nuestra memoria las circunstancias de las que estamos hablando deseamos compartir solo algunos pocos pasajes de tanta barbarie de la que fue capaz el represor Miguel Etchecolatz y que permitirán entender porque creemos injusto cualquier tipo de beneficio judicial.
«Sacan a Patricia (Dell Orto) y ella gritaba ‘no me maten, llévenme a una cárcel pero no me maten, quiero criar a mi hijita’. Y le dieron un tiro que entró por la frente y salió por acá atrás, Jorge Julio López indicó que esto a través de una mirilla de su celda. El hombre, de 76 años, detalló que esto ocurrió en el Pozo de Arana y que luego la patota de policías que comandaba Miguel Etchecolatz mató al esposo de Dell Orto, Ambrosio De Marco, «quien no se podía levantar, así que lo agarraron entre 2 y 3, lo llevaron y otro tiro».
Con voz temblorosa, López recordó que Patricia Dell Orto le había dicho días antes «López, no me fallés, sos el único que puede salir, andá buscá a mi mamá, a mi papá, a mi hermano y dale un beso a mi hija de parte mía». López recordó luego que la mujer le contó que «la habían sacado de su quinta en City Bell» y le confesó que «uno de esos hijos de puta de la patota me tenía de un brazo y otro me violaba, me han dejado a la miseria».
López relató que cuando estaba en la comisaría quinta de La Plata fue torturado y que «había un tipo que anotaba y Etchecolatz estaba a un costado y decía “dale, dale, subile un poco más(en alusión a los voltios empleado en la picana)». «Decía (Etchecolatz) a este que está en la parrilla ya lo picaneé, pero allá no teníamos esta máquina (por la picana); vos me conocés, hacete el guapo como esa noche y yo le decía, sí, sí, lo que usted diga señor y él me decía, guacho de mierda, decime señor comisario «, recordó López.
La privación ilegítima de la libertad y los tormentos sufridos por López es uno de los cargos que se imputa a Etchecolatz, sobre quien pesa también la privación ilegítima y torturas a Nilda Eloy y los homicidios de Ambrosio Francisco De Marco, Patricia Graciela Dell Orto, Diana Teruggi de Mariani, Elena Arce Sahores, Nora Livia Formiga y Margarita Delgado. El represor además cumple una condena de tres años de prisión por la apropiación y supresión de identidad de la hija de un matrimonio de desaparecido.(Declaración Jorge Julio Lopez)
Ante estos hechos hacemos nuestras las palabras del hijo del Jorge Julio Lopez cuando dijo que darle la prisión domiciliaria al genocida Etchecolatz era como “dejar libre a Hitler”.
Concluimos expresando que El único lugar para un genocida es la cárcel común, perpetua y efectiva.
Secretaria Derechos Humanos
Partido Justicialista Tornquist