Dos mujeres anarquistas, dos poetas, dos feministas…
El feminismo y la literatura caminando de la mano a lo largo de la historia, desde el principio de los tiempos hasta nuestros días.
Dos mujeres, dos maestras, dos escritoras que se han valido de la poesía para ponerle voz a lo femenino, a la maternidad, a la libertad creativa de la mujer; para desmitificar el amor romántico, para reflejar el feminismo en sus creaciones, para reivindicar los derechos de la mujer.
ALFONSINA STORNI, venida de la vieja Europa, logró su independencia económica como maestra y columnista; eligió ser madre soltera y decidió criar sola a su hijo. Fue docente en el Teatro Infantil Labardén y en la Escuela Normal de Lenguas Vivas.
Se hizo anarquista cuando entró a trabajar de aprendiz en una fábrica de gorros. De esa época es data su primera obra de teatro de la que no ha quedado registro. Luchando contra los prejuicios sociales, trabajó de cajera en una tienda y de “corresponsal psicológico” en una empresa importadora de aceite de oliva. Publicó su primer libro, conformó la primera avanzada en la lucha de las mujeres escritoras de América junto a la chilena Gabriela Mistral y la uruguaya Juana de Ibarbourou, contemporáneas suyas y con Carolina Muzzilli, Julieta Lanteri y Salvadora Medina Onrubia, fue una de las impulsoras del voto femenino en nuestro país.
Finalmente, se quedó sola consigo misma y decidió partir. Tenía sólo 46 años cuando se arrojó al mar desde el espigón del Club Argentino de Mujeres de la ciudad de Mar del Plata.
SALVADORA MEDINA ONRUBIA, nacida en suelo argentino, fue poeta, periodista, escritora, dramaturga, madre soltera, feminista y militante anarquista. Mujer empoderada, consiguió trabajo como redactora en el diario anarquista La Protesta y a participó como oradora en un acto callejero contra las leyes de “residencia” y “orden social”, como así también en el acto organizado por la FORA por la libertad de Simón Radowitzky
Su espíritu rebelde la hizo activa militante anarquista y conoció a Alfonsina Storni, a quien la unió una amistad que duró toda la vida. Se casó con Natalio Botana, el mítico fundador del diario Crítica y sufrió represión en la Semana Trágica.
Escribió obras teatrales y estuvo presa durante la dictadura de José Félix Uriburu En esa década, abandonó la literatura y se consagró a la actividad político-periodística. También formó parte de la primera comisión directiva de la Agrupación de Mujeres de Letras y Artes con Alfonsina Storni, entre otras y también integró la agrupación feminista “América Nueva”, luchando por el derecho al sufragio y la igualdad de hombres y mujeres ante la ley. El diario Crítica fue confiscado por el gobierno peronista.
Pobre y olvidada, muere a los 88 años de edad, dejando su libro inédito “Mil claveles colorados”, aguafuertes sobre los amigos anarquistas de su juventud.