Decía el Cnel. Manuel Dorrego, en carta escrita a un amigo: “…los municipios son como pequeños engranajes que, al moverse en conjunto, hacen girar la gran rueda: la patria”. Esa intuición profunda sobre el federalismo y la vida territorial, escrita hace casi dos siglos, resuena hoy con una claridad punzante.
En tiempos de desconcierto y desafección política, la Provincia de Buenos Ayres necesita organizarse con nuevos aires. No para repetir fórmulas fallidas, sino para retomar la organización comunitaria allí donde se la ha silenciado.
Los municipios no pueden ser solo oficinas administrativas que ejecutan presupuestos y tramitan certificados. Tienen que volver a ser instrumentos de transformación, de nuevas experiencias de democracia, núcleos de desarrollo regional. El municipio -como cuerpo político vital- debe recuperar la capacidad operativa para planificar, ejecutar, producir y cuidar. Pero no desde el aislamiento territorial, sino desde una lógica regionalista, cooperativa, intermunicipal.
Una provincia solo crece si se desarrollan sus pueblos, sus barrios, sus vínculos. Lo que necesitamos no es mayor burocracia, sino mayor confianza institucional. Un sistema donde los municipios se organicen en regiones productivas, compartan infraestructura, articulen estrategias, formen consorcios, capaciten trabajadores, desarrollen políticas comunes de agua, energía, logística, cultura, participación.
Pero para que ese engranaje funcione, hay que devolverle al pueblo el poder que le fue sustraído. Democratizar la toma de decisiones desde las bases, fortalecer la planificación participativa, abrir los presupuestos, descentralizar los recursos, acompañar el protagonismo vecinal.
La trampa de la política provincial ha sido tratar al municipio como una mesa electoral y al vecino como un voto. Ese modelo está agotado. Hoy necesitamos municipios como sujetos con voz, rostro y derecho propio. Hay que pensar el territorio no como mapa de competencias electorales, sino como tejido de oportunidades. Como bien pensaba Dorrego: la patria no se construye desde arriba, sino desde sus engranajes locales.
La Provincia de Buenos Ayres, necesita de nuevos aires: aire de producción, aire de organización, aire de reconocimiento. Aire de campo, aire de industrializacion, aire de innovación. De municipios que piensen en bloque, que se organicen para competir en el mercado internacional, que se animen a planificar juntos.
Luis Gotte
La trinchera bonaerense
Desde la Ciudad del Buen Ayre