Don Rufino llegó temprano. Normalmente hubiera curtido su propio cuerito para el recado, pero los de María Emilia tienen una terminación perfecta y también se pueden usar para desfilar. De paso, se compra unos salames para el fin de semana, que va su familia a visitarlo.
La duda es si lo quiere blanco o marrón. El marrón es mejor para el campo porque no se ensucia tanto, pero el blanco realza al conjunto de piezas conque el hombre ensillará a su caballo, cada mañana al salir al alba a trabajar.
María Emilia espera paciente la decisión y le acerca un mate. Las ovejas pastan tranquilas alrededor. Ellas son las protagonistas de toda esta historia de La Salamanca, en Tapalqué.
La Salamanca era la Tía Elvira, una mujer de campo que a su vez hizo de madre y abuela de la mamá y el tío de Facundo, el compañero de vida de María Emilia. “Ella le decía salamanca a la salamandra y mi mamá se mataba de la risa, así que en honor a ella, cuando empezamos a elaborar los chacinados, le pusimos ese nombre que era como le decían a ella cariñosamente”, cuenta.
Dedicados a la producción de ovinos desde hace más de 60 años, este emprendimiento familiar comenzó en el año 2014, cuando Facundo regresó de estudiar de La Plata. Su padre le propuso incorporarse al trabajo del campo con vistas a futuro e iniciaron con la raza pampinta, porque es triple propósito, muy productiva para la carne, la leche y la lana. “Arrancamos faenando corderos y vendiendo de manera informal a campo en el pueblo y por encargo. Con el correr de los años la majada fue creciendo y comenzamos a implementarle genética trayendo animales de Cabañas reconocidas y llegó el momento en que quisimos darle un plus de valor. Acá el consumo de carne ovina no iba más allá de comer la carne al asador y buscándole la vuelta empezamos a pensar en cómo vender carne más elaborada. Entonces yo conozco a mi socio a través de un curso de producción ovina, Juan Ponthot, quien también tiene un emprendimiento similar, La Artura. En ese momento me cuenta que él vende el cordero trozado y envasado al vacío. Iniciamos el trabajo juntos, él trajo su envasadora para el campo y arrancamos. Tiempo después surge la posibilidad de hacer salames con la carne” cuenta Facundo.
La bebé llama la atención mientras hablamos y María Emilia comienza a relatar su parte de la historia. “Facundo trabaja de sol a sol con una pasión tremenda y el negocio fue tomando forma. Nos daba mucha pena ver los cueros del descarte tirados sobre el alambrado. La majada fue creciendo y creciendo y la venta también y yo deseaba sumarme al proyecto de alguna manera. La Salamanca hace chacinados, cortes al vacío de la carne y ahora incorporamos la venta de cojinillos para alfombra y recado. Decidimos darle valor agregado al ovino y uno de los subproductos son los cueros. Por el momento mandamos a curtir cada pieza, pero la idea es hacerlo todo nosotros de manera artesanal. El cuero es un subproducto desvalorizado, decidimos poner algo más en el emprendimiento y recién estamos comenzando. El diseño de este segmento de nuestro negocio corrió por mi parte, hice un packaging, los cueros son todos de nuestra majada. Antes tenía mucho desperdicio y ahora lo aprovechamos completo con la idea de comenzar a vender en ferias y eventos”.
La Salamanca Cueros, una marca que se destaca por su compromiso con la calidad y la tradición, ahora ofrece una línea de subproductos de cueros artesanales que son una verdadera joya para la decoración de interiores. Estos productos, elaborados con dedicación y pasión, no solo son objetos decorativos, sino que también cuentan una historia de valor agregado y sostenibilidad: son un ejemplo de cómo se puede valorizar un material noble como el cuero, convirtiéndolo en un producto único y exclusivo; al ser subproductos de una marca que se compromete con la sostenibilidad, estos cueros artesanales representan una opción responsable y ecológica para aquellos que buscan decorar sus hogares de manera consciente. Refuerzan el diseño y la calidad ya que cada pieza está elaborada a mano por artesanos expertos que ponen su corazón y alma en cada detalle. María Emilia destaca entre sus objetivos la conexión con la naturaleza y la tradición, al servicio de la decoración de interiores, desde salas de estar hasta dormitorios, creando un ambiente acogedor y sofisticado.
Desde hace años, La Salamanca fabrica uno de los pocos salames de cordero del país. En su elaboración se utiliza carne de los borregos, de animales gordos. “El producto tuvo mucho impacto y nació la marca La Salamanca, que está registrado y aprobado en la Provincia. Elaboramos en el mismo campo, tengo en un sector de la casa un espacio que lo acondicionamos como fábrica de salames con todas las reglamentaciones y faenamos en el frigorífico municipal, lo cual hace el trabajo mucho más profesional y con el sello correspondiente”.
“Las jornadas son extensas y, sobre todo cuando llega el frío, exigentes. Las majadas se mueven al compás de las horas y uno tiene que estar atento a los detalles. Pero el desafío de crecer y desarrollarse es el incentivo de cada mañana. Y hacer algo que contribuye a la identidad profunda de la vida del campo como son los cueritos vale la pena”, dice María Emilia.
Ya sea para el recado y su tradición que viene con la historia del gaucho, con su estilo de vida y su apego a la tierra, en forma de alfombra o tapete para las sillas o como almohadones, el rescate de este subproducto de La Salamanca dará, seguramente, mucho de qué hablar.
Termas Tapalqué, ruralismo y relax
Desde hace ya varios años, las escapadas al campo son un must a lo largo del año y es en esta época cuando comienza la “temporada alta” para los pueblos y pequeñas localidades de la provincia.
Tapalqué tiene poco más de 9000 habitantes, el partido está ubicado a unos 270 km de la Capital Federal. Impecable, su trazado cuadricular alrededor de la Av. Principal, la 9 de julio, ofrece todo lo necesario para pasar un fin de semana espectacular. Comer bien, disfrutar del impecable predio de Termas Tapalqué, respirar el aire libre más allá del balneario, sobre el Arroyo, y conocer la cultura ancestral bonaerense, son apenas algunos detalles que hacen de la localidad algo más que un pueblo de totorales, como lo conocían los pueblos originarios araucanos que lo habitaban antes de la llegada de los españoles.
Las piscinas de Termas Tapalqué, que descansan en un agradable ambiente climatizado, son una de las mejores opciones para recuperar el equilibrio del cuerpo y la mente en los días de frio lo cual se combina a la perfección con la posibilidad de conocer la vida tradicional de los habitantes de la pampa húmeda bonaerense.
En invierno nos ponemos el traje de baño para relajarnos en las aguas calentitas de una de las termas más cercanas y accesibles que tenemos dentro de la provincia de Buenos Aires. Las piscinas de aguas termales del Complejo, con diferentes grados de temperatura, se encuentran en un moderno edificio sin barreras arquitectónicas y con todas las comodidades necesarias para descansar.
Además, el espacio se encuentra mimetizado con el entorno natural que rodea al complejo, lo que nos da la sensación de estar siempre en contacto con la naturaleza.
Dentro del espacio de Termas Tapalqué se encuentra todo lo necesario para obtener ese merecido descanso de fin de semana sin mayores preocupaciones como alquilar batas y toallones, comer una rica comida o relajarse con una amplia variedad de servicios como reflexología, tratamientos dermocosméticos, reiki, apertura de registros akáshicos, armonización chacras o sanación angelical.
Elegir Tapalqué es la escapada perfecta. Un fin de semana en contacto con la tierra y el agua, con la infinitud del horizonte, la calidez del sol y la tradición a lo cual se suma una gastronomía con identidad bonaerense, que es una explosión de los sabores más auténticos de nuestra alimentación tradicional.
Más info: https://www.tapalque.tur.ar