Mientras el sistema científico argentino atraviesa una grave crisis por el desfinanciamiento del Estado, un equipo del CONICET en Córdoba identificó una proteína clave para tratar tumores hipofisarios. El hallazgo podría cambiar el enfoque terapéutico en pacientes que no responden a los tratamientos convencionales.
En medio de un brutal ajuste presupuestario que amenaza con desmantelar el sistema científico nacional, investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), y del Hospital Privado Universitario de Córdoba lograron un avance significativo en la medicina traslacional. Los especialistas identificaron una proteína que podría convertirse en un blanco terapéutico para tratar un tipo de tumor intracraneal que afecta la hipófisis.
El hallazgo, publicado en la revista científica Neuro Oncology, confirma el potencial transformador de la ciencia argentina, aún en contextos adversos. Dicho descubrimiento es producto del trabajo conjunto entre el Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Salud (INICSA, CONICET-UNC), la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Córdoba y un equipo multidisciplinario del Hospital Privado Universitario de la misma ciudad.
Se trata de una apuesta al conocimiento desde el territorio, en un momento en el que el gobierno de Javier Milei sostiene una política de desfinanciamiento que pone en jaque proyectos, becas y condiciones de trabajo en la comunidad científica.
Cómo trabaja la ciencia y la salud

El estudio se centra en los tumores neuroendocrinos hipofisarios (PitNETs), el segundo tipo más común de tumores cerebrales. Uno de sus subtipos, los tumores somatotropos, representa un desafío terapéutico porque cerca del 50% de los pacientes no responde al tratamiento estándar con análogos de somatostatina como el Octreótido (OCT).
Frente a este escenario, el equipo cordobés identificó a la proteína SHP2 como un factor clave en el crecimiento tumoral, y logró inhibir su acción en modelos preclínicos, lo que frenó la proliferación de células tumorales tanto in vitro como in vivo.
El equipo investigador incluye a Facundo García Barberá, Florencia Picech, Liliana Sosa y Florencia Mezger del INICSA; a profesionales de la UNC como Natacha Zlokowski, Eric Faure y Jorge Mukdsi; y a los médicos Juan De Battista y Patricia Calafat del Hospital Privado Universitario de Córdoba.
“A partir de nuestro trabajo colaborativo, observamos que los pacientes con tumores somatotropos presentaban niveles elevados de SHP2. La hipótesis era clara: si bloqueábamos esa proteína, tal vez podríamos frenar el crecimiento del tumor. Y lo comprobamos”, explicó Juan Pablo Petiti, investigador del CONICET y doctor en Ciencias de la Salud y líder del estudio.
La investigación es un ejemplo concreto de lo que se denomina medicina traslacional: el cruce entre ciencia básica y práctica clínica que permite transformar hallazgos de laboratorio en tratamientos reales para personas concretas. En este caso, el desarrollo de un modelo preclínico pionero posibilitó no solo probar la eficacia del bloqueo de SHP2, sino también evidenciar que, a diferencia del tratamiento convencional, este nuevo abordaje no genera resistencia tras aplicaciones prolongadas.

En el contexto mencionado de recortes, el avance del equipo argentino reafirma la necesidad de sostener políticas públicas que promuevan el conocimiento científico con mirada soberana y compromiso social. Petiti resalta que el trabajo “acerca la ciencia básica a la práctica médica” y destaca la articulación entre investigadores, médicos y profesionales de distintas disciplinas como un modelo a seguir.
Por su parte, la endocrinóloga Laura Cecenarro, también autora del estudio, señaló que esta articulación es clave para mejorar la calidad de vida de las personas afectadas. “El objetivo es crear un puente entre la ciencia y la atención médica de nuestros pacientes. Buscamos una alternativa a los tratamientos disponibles y mejorar su bienestar y el de sus familias”, resaltó.
El desarrollo se enmarca en una coyuntura crítica para el CONICET y los institutos de investigación del país, que sufren recortes en sus líneas de financiamiento, paralización de ingresos, atraso en el pago de subsidios y fuga de talento. Esta situación no es menor: mientras los países centrales compiten por atraer científicos, Argentina debilita su sistema más valioso para el desarrollo autónomo.
A pesar del desinterés gubernamental por la ciencia pública, los resultados siguen siendo concretos. “Nuestros hallazgos ofrecen una base sólida para futuras investigaciones y ensayos clínicos. La inhibición de SHP2 podría ser una alternativa para pacientes que no responden a los tratamientos actuales”, concluyó Petiti.
Este logro es una nueva prueba de que la ciencia argentina tiene talento, compromiso y resultados. Lo que falta —y urge— es una decisión política que la respalde.